viernes, 29 de octubre de 2010

lunes, 18 de octubre de 2010

OCTUBRE




Octubre


La procesión va lentamente,
con sus pasos aburridos,
con la inercia de moverse
siempre en círculos
en estúpidos círculos

Un mar humano que te ahoga
mansamente
en la espesura de esta acompañada soledad

Si, estas solo
aunque un gentío grite cadenciosamente a tu alrededor
estas solo
mortalmente solo

y la procesión va lentamente
con sus rostros siniestros,
con la complicidad macabra
de la angustia
de ese andar inútil
de pisadas en falso
que nunca se detienen

La procesión va lentamente
y lentamente va mi procesión
cargada de quejas
y lamentos
que tienen el color morado
de los golpes
de la insufrible e incansable penitencia.
reflejada
paso a paso
en el rostro de miles de crucificados.


cesarvill

domingo, 10 de octubre de 2010

EL TRIUNFO DEL ETERNO CANDIDATO

Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010

Siempre quise publicar una noticia como esta en mi blog; Mario Vargas Llosa el eterno candidato al premio Nobel finalmente ganó, y así sucedió. El fin de semana ha sido una especie de regocijo propio y ajeno a la vez. Propio porque a todos quienes admiramos la obra de este ilustre peruano nos ha influenciado de muchas maneras y sentimos como propio el reconocimiento de la Academia Sueca y ajeno porque tal vez nosotros no pertenecemos al mundillo literario de las grandes ligas y somos para muchos unos completos desconocidos que no figuramos en el parnaso literario mundial, pero en fin ese es un tema tal vez de un próximo post, lo cierto es que el reconocimiento largamente esquivo a nuestro escritor más reconocido mundialmente ha sido finalmente reconocido y esa es una alegría inmensa, es algo que nos motiva a seguir escribiendo, no en busca de premios o reconocimientos sino porque como dijo Mario Vargas Llosa alguna vez en un discurso: “la literatura es fuego” y ese fuego aviva las conciencias y las mentes.



Extracto del discurso de Mario Vargas Llosa "La literatura es fuego", al recibir el premio internacional de novela "Rómulo Gallegos", en la ciudad de Caracas, Venezuela agosto de 1967

Las mismas sociedades que exilaron y rechazaron al escritor, pueden pensar ahora que conviene asimilarlo, integrarlo, conferirle una especie de estatuto oficial. Es preciso, por eso, recordar a nuestras sociedades lo que les espera. Advertirles que la literatura es fuego, que ella significa inconformismo y rebelión, que la razón del ser del escritor es la protesta, la contradicción y la crítica. Explicarles que no hay término medio: que la sociedad suprime para siempre esa facultad humana que es la creación artística y elimina de una vez por todas a ese perturbador social que es el escritor o admite la literatura en su seno y en ese caso no tiene más remedio que aceptar un perpetuo torrente de agresiones, de ironías, de sátiras, que irán de lo adjetivo a lo esencial, de lo pasajero a lo permanente, del vértice a la base de la pirámide social. Las cosas son así y no hay escapatoria: el escritor ha sido, es y seguirá siendo un descontento. Nadie que esté satisfecho es capaz de escribir, nadie que esté de acuerdo, reconciliado con la realidad, cometería el ambicioso desatino de inventar realidades verbales. La vocación literaria nace del desacuerdo de un hombre con el mundo, de la intuición de deficiencias, vacíos y escorias a su alrededor. La literatura es una forma de insurrección permanente y ella no admite las camisas de fuerza. Todas las tentativas destinadas a doblegar su naturaleza airada, díscola, fracasarán. La literatura puede morir pero no será nunca conformista.

Sólo si cumple esta condición es útil la literatura a la sociedad. Ella contribuye al perfeccionamiento humano impidiendo el marasmo espiritual, la autosatisfacción, el inmovilismo, la parálisis humana, el reblandecimiento intelectual o moral. Su misión es agitar, inquietar, alarmar, mantener a los hombres en una constante insatisfacción de sí mismos: su función es estimular sin tregua la voluntad de cambio y de mejora, aun cuando para ello daba emplear las armas más hirientes y nocivas. Es preciso que todos lo comprendan de una vez: mientras más duros y terribles sean los escritos de un autor contra su país, más intensa será la pasión que lo una a él. Porque en el dominio de la literatura, la violencia es una prueba de amor.